PÁGINA LITERARIA
Eran dientes de leónlas despedidas, el alma atentaa la esperanza de un encuentrofurtivo.Gardenias fieras y altas:Malditos destinosen todos los funerales.Se levantaban los ciegosy cedían sus asientoscuando el autobús pasabapor la tienda (jazmines eran la oferta)¿Mienten las violetaso esconden su miedo?Romper un tallo para acercarte,escamar espinas,cincelar pétalos con tinta,corola de amor imperfecta,estambre al límite del temblor.Tienen memoria las flores,recuerdan que fuimos amantes,mujer y hombre polen encalles, hoteles incoloros,estatuas móviles, extraños edelweissen una garganta sin eco.
JULIO OBESO
Te miro a las doce unos y doses disputan la simetría que el nácar y el coral, riñen a las aguamarinas. Giran manecillas mis ojos rítmicos, recitan la letanía dedicada a tus rincones. (Se celan y dicen que la duna de las tres no merece comentarios) Tu vientre a las cinco sin decimales, textura y tiempo en orden. Te miro a las seis, perversión de tarde, siesta cumplida, santo y seña masculino (De nuevo celosas avanzan) A las siete -un ángulo incómodo- fijan el lunar como referencia. Cinco más cuatro (superstición de manecillas) con las agujas en jarra: ¿Es que nunca has visto un tres? Te miro a las doce: Ha pasado un día.
Odio ser un cocodrilogirando mandíbulas,pero es que ya no me llamaso añades avisos(puertas al campo)y se acorta la meseta.Una sombra celestinatrepa las coletasque desvaneces,se agiganta la balconaday no sé mirar tan alto.El fuego se cobra fotogramas,chisporrotea ocreen la pantalla:¡Lástima de escenaen la que el sofá, habla!
Julio Obeso
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