martes, 16 de septiembre de 2008

Ernesto devorado



no el dolor la podredumbre
ni las noches ni el olvido
eran otras las rabias
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no la sangre los pedacitos
ni las cartas ni lo dicho:
lobos de ínfimas mandíbulas
..........................
y qué -malditos míos-
decía este Ernesto menor
Ernesto de península
y cinco hijos sanos:
¿sabréis vivir
con lo que me enferma?
..........................
miraba a su corazón
en fauces que huían

Julio Obeso González

no cualquier melancolía



no cualquier melancolía
aunque también cruja
y salga de recreo al pecho
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la que se viste como tú
y de ti el aroma
el mohín de clarear
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ésa me inmoviliza
y amplía lo que viví
o imaginé vivir
en tardes desapacibles como ésta
porque llueve melancólicamente

Julio Obeso González
 

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