viernes, 29 de febrero de 2008

-LX-



mientras rodaba y rodaba la cabeza de Antonieta
movía los labios sin maldecir ni orar
un pez lento y sorprendido
............................................................................................
cielo y peldaño/ cielo y peldaño/ peldaño y tierra
quedó escuchando la tierra muy interesada
con ojos asombrados de su reflejo
en un único diente de acero
la cabeza de Antonieta tan atenta
no preocupada o confusa
entrando en el silencio como en un eclipse
o una vacía alcoba
......................................................................................
por primera vez quiso saber
cómo se llamaba el cantor
del otro junio bajo su ventana

Julio Obeso González

-LXXIV-



un día que Hemingway por casualidad
cumplía años
se vistió de blanco con un pañuelo rojo
en su cuello de pez hambriento
¡señor señor no tiene experiencia!
el redil vomita sus bestias
¡señor señor!
pero los toros le rodean
rascan sus omóplatos
y él las testuces
viejos amigos reconociéndose
uno a uno les llama por su nombre

Julio Obeso González

-LI-



el día que Dionisio cerró la taberna
después de once mil días
menos las seis horas de su cuarto
el pueblo se llenó de vampiros
o seres muy pálidos
las mujeres comentaron
no pensé que aún vivía
no pensé que aún vivía aquí
no pensé que aún vivía aquí fulano
le creía muerto o lejos
y en cierto modo no erraban
............................................
tan extrañados de sí mismos
sin reflejos ni sombras
cortos de cielo justo/ se buscan por intuición
.............................................................................
antes cuando el vino envejecía lento
en las manos sin prisa del tedio
el corazón no sabía del dolor
y se entendían en un dialecto cinabrio
“jurro ho esdrrújulla ánfora acabag cortigo”
que es lo mismo que decir
eran su propia memoria o polvo enfrentados al cielo
murciélagos de piedra
de espaldas a Dionisio
que a su manera también les amaba

Julio Obeso González

miércoles, 27 de febrero de 2008

CUANDO LOS AMIGOS SE HACEN PALABRA (Comentario de Víctor Gómez Ferrer al poema:" A Mari Carmen"





¿cómo se llega de nuevo al claro del bosque, linde de la carretera?

Uno se despista por una tupida y laberíntica olmeda, respira un mapa de olores extraordinarios e intensos, pinta la zancada imposible de un millón de átomos reunidos bajo el nombre de vagabundo y se sube a unas ramas para divisar entre las bandadas de pájaros asfixiados de nubes estivales y el aire rojizo de la tarde el primer litro de materia eterna. Si, una suerte de espada licuada, voladora, que atraviesa solo a uno de cada setenta mil errabundos soñadores.

¿En que salmo de atardecer perdido oí por primera vez su reinante palabra, ese inabarcable mundo de sugerencias, adivinaciones, sinuosas maravillas y estrambóticos animales?

Era su voz, la del vagabundo extraviado en la belleza sin porqué, una voz que cosía y cosía a la noche una madre de ojos heptasílabos - Mari Carmen González -.

Si quise en algún momento volver al sueño que es lo cotidiano no supe como. Era el laberíntico bosque de su ardor una esfera dentro de otra. Y las moreras transparentes que sostenían ambas trazaban dibujos parecidos al vuelo de las golondrinas. Ahora si, ahora no.

Podría escribir en la seca corteza de un pino meditabundo o en las anchas hojas del avellano. Y escribiría sobre la voz que levantaba mundos, esferas, bosques, presencias. Pero nunca podría sacarlo de su no lugar. Así que me deje llevar por su alquímico alboroto de versos, imágenes, miradas hasta que me diluí con el rocío, ya muy entrada la noche de su canto.


Tu Viktor

lunes, 25 de febrero de 2008

A MARI CARMEN



mi madre se clavó un día la cesta de planchar
y otro día el mármol blanqueado con vinagre
se le envenenó la sangre y viajó
por sus arterias imaginativas
se le posaron ocho pájaros calculados desde el amor
una melancolía de nueces y algo más tarde o triste
como un crepúsculo que sin llegar a los ojos
encarcelaba con penumbra
¿y si no fuera mortal?
¿y si fuera una prueba?
¿y si dios la estuviese probando?
primero movió un dedo
/las monjas de Sta. Clara sacrificaron un loro/
después el pie que se parecía tanto a la fe
cuando pudo hablar era vieja o al menos cierta niebla:
“soñé con un nogal”
¿y si no fuera una visión?
¿y si dios nunca me hubiese probado?
más allá de la gangrena de la septicemia
mi madre ocupó su hamaca
y agradece cuando regresan sus golondrinas
ahora sí ahora no ahora sí ahora no

Julio Obeso González

domingo, 24 de febrero de 2008

-LXII-




se revuelve y mira como buscando un insecto
de aguijón pronto o un animal del aire
está claro que sufre aunque la tarde luminosa
le ama
y quisiera calmar un tanto el zumbar del miedo
rueda entre espumarajos
rueda por la acera
rueda dentro de una concha espiral
que se parecía a la de un caracol furioso
también deja su estela
con qué mimo vuelve la tarde
a levantarle y a levantarle
“no hay nada que mirar ¡márchense!”
y se arrodilla con lúcidas palabras
por si la cordura regresara a los ojos
que sólo veían ángeles
u otros animales del aire

Julio Obeso González

sábado, 23 de febrero de 2008

-LII-



no quiero mierda encima de las mesas
y secaba platos y la voz percutía
ampliada por barbillas oscilando conformidad
primero somos los españoles
y servía cerveza a un español muy blanquito
con Parkinson ideológico
después los polacos...................... ¿los polacos?
losrumanoslosgitanoslosmorosylosnegros
que descargan sus bolsas sobre las mesas caucásicas
de un bar español… ol ol… ol
el eco se posa en las calvas las baja
lleva las narices a la barra
¿estamos?
y hostia
os puedo jurar que ni dios se movía
ni dios de terrible plaga o rayo justiciero
que partiera en dos
la puta barra del bar español ololol-vídalo

viernes, 22 de febrero de 2008

ARMANDO VEGA/AMIGO/POETA/ACTIVISTA



Armando tiene una inseguridad al costado
a los pies en las noches más elocuentes
un perro sombra que alimenta
con su única comida diaria
no pudo ponerle un nombre largo:
“no-es-timidez-es-valor-de-saber-mucho”
ladra con cualquier crujido
denuncian los vecinos molestos sin sueño
o sueños /que no es lo mismo/
y razonan tener su propia penumbra
bien cuidada con pienso bajo en calorías
y no por eso vacilan en el castigo
¡que ya está bien! dicen
si un perro negro aúlla
la oscuridad viene para todos
y Armando no tiene derecho
a contagiar sus mascotas sin colesterol
con periódicos en la boca /con zapatillas regaladas/
con bragas higiénicas /con admisibles parásitos domésticos
además no sería la primera vez
que colgaran a los pinares San Benitos /San Bernardos
o galgas tinieblas de inservibles fauces

CONOCE MÁS DE ARMANDO


Julio Obeso González

miércoles, 20 de febrero de 2008

-LV-



/sé que desde siempre me amas
sin arribar o descuidada/
dulcísima magnolia que rivaliza
con el olor de tu pelo
-ella sí me conoce-
porque me miró y la miré
y los dos supimos que los alfiles
eran payasos tristes
bajo el paraguas de su nombre impreso
/cuando llueve o brilla/
amada mía
hermosa Holiday
quiero posarte manos tiernamente
borrar tus huesos dislocados
porque te oí y no me escuchaste
pero me sangraba la voz
y empapaba tus hombros con lágrimas sinceras
tus hombros jamases tan redondos
lady lady lady
desde un satélite queriéndote
pureza que jamás se condensa
ni entrará en el ciclo del agua
te bebí y no se humedeció
la árida boca del pájaro
/cambiaría mi sexo por el de un ángel
sólo por bailar contigo Body&Soul/

SÍGUEME
Julio O
beso González

martes, 19 de febrero de 2008

-XLVIII-



juraba el bígamo /deshuesada carne de pulpo/
lo intenté con ogros y desde la guillotina
todas las armas del daño para nada
sólo algo más cansado o púrpura
en pechos sucesivos
en los pechos de ella uno a uno
y en los pechos de ella a borbotones
las dos tartamudas de odres
mencionó con un reloj compulsivo en su sien simultánea
sin orgullo
como vencido o atrapado en su caída fatal
que espantaba toda una eternidad
sin una mísera teta que llevarse a la boca

Julio Obeso

domingo, 17 de febrero de 2008

JAZZ CLUB





en las mesas de madera mal barnizadas
la música –no toda la música- pero sí algo de música
había planteado un ejercicio de resistencia
consistente en quedarse
/bastaba un paño húmedo/
asustadas desde sus nidos salían notas oscuras
y otras muy claras
se podían cribar conciertos separando el humo
el alcohol que blanquea los pechos desde adentro
el Julio aprendió a frotar las coderas
sólo para él /Stanley Clark/ le dedica Satin Doll
otros gritaban ¡zorra húmeda paño piojoso
que venga Miles labios de plata que salga!
pero nunca ocurría
mientras el Julio se enternecía a solas
con un blues espléndido

sábado, 9 de febrero de 2008

PARA ANA PORQUE SÍ - (ANA MARÍA ESPINOSA PINTORA DE VERSOS)



Ana cena violines en los museos
tropieza con perspectivas
pero sus sueños se acomodan
en magníficos Stradivarius
a la mañana
antes que los guardias
primero que las puertas
cose los lienzos con palabras
y si cenara caballos
a la mañana
precediendo a las parejas
los profesores
a los flashes
poemas de crines colgarían
del loco Van Gogh

Julio Obeso González

martes, 5 de febrero de 2008

LOS POETAS MANDAN



con las manos húmedas
de sexar estrellas
girando con voracidad de lazo
excita las voces tras las pancartas
suben dos tonos
y las palmas arden
y los primeros contenedores arden
se desmayan con lluvia millar los cristales
como un frío incapaz de sostenerse
el poeta
la voz del poeta eleva las llamas
crepitan
y los tenientes preguntan arqueando las cejas
y los capitanes responden hombros arriba
y los ministros buscan por el pánico
urgentes condecoraciones
una estrella macho sería un astro ¿no?
¿qué dice éste?

Julio Obeso González

sábado, 2 de febrero de 2008

UNA HISTORIA DE CIUDAD




CAPÍTULO 7 DE "ESCRITOS CLARAMENTE OSCUROS"
No pude dejar de frecuentar su tienda desde que se metió en mis huesos, como los colores interesantes lo hacen en las retinas. Belleza y desamparo. Supe que su destino y el mío tendrían mucho que decirse en el futuro. Escribí: “Serás a mi lado. Serás cierta. Serás en mí”- eso escribí sin apartar mis ojos de ella-.
Aprovecho las horas punta de la tienda, para poder observarla a distancia y no levantar sospechas. A veces un nudo de acidez me comprime la garganta cuando otros (yo me daba cuenta) la miran. Todos ellos, mis rivales. Uno, actúa con especial descaro. Pasa a su lado con la mano “casualmente” alejada del cuerpo, la roza e incluso, alguna vez, le sorprendo de cuclillas, malinterpretando el: “Soy un hombre interesado en conocer este artículo de la última estantería”. Se me revuelve el alma. Ropas, zapatos y el bronceado de la piel, hablan de una posición desahogada, quizá una profesión liberal; acude al mercado de las posibilidades con esa prepotencia infinita en los ademanes que yo tanto odio: “Serás mía, serás cierta, serás –para-mí, en cuanto me lo proponga” En su inocencia ella se mantiene ajena, nunca le da pie, jamás se expresa con un gesto que pueda indicar comprensión o aliento. Esa combinación suya de belleza y saber estar, me mata.
Un trabajo mal pagado me aleja diez horas al día de aquel territorio, donde mi fantasía escucha el timbre del recreo. No eran infrecuentes los finales de mes recluido en mi casa de alquiler, tragando cuanto la tele cocina, sin nada más inconsistente en la nevera que los cubitos de hielo. Ese viernes no fue una excepción. Traté de llegar a tiempo, corrí hasta que la respiración se hizo astilla perforando los pulmones; pero las luces estaban apagadas y en la puerta colgaba el “CERRADO”. Aún con el pulso trotando eléctrico por venas que ignoraba existieran, la idea me atrapó. Al abrir la puerta me percaté que anduve las diez manzanas, en un estado de total ignorancia. Si alguien me ofreciera una fortuna por decirle si me había cruzado con un perro, un hombre o un vehículo, desde la tienda hasta mi portal, la perdería. La lata de mejillones cayó al suelo dejando en la estera un cerco sanguinolento. “No puede ser tan distinto-pensé- de todas formas mañana lo sabré”.
Durante la noche la cama es una confusión de imágenes y sonidos, un espantapájaros del sueño. Aunque lo peor estaba por venir: -” ¿Matarías por ella?”- La pregunta la hacía una cabeza guillotinada que rodaba a mis pies mientras, no se por qué, bajaba a tumba abierta hacia lo que en un principio me pareció una playa, pero ahora estaba convencido de que era un gigantesco plato de sopa. Antes la misma cuestión me la había formulado un guardabarrera. Volví a contestar: -¡Si! -, pero esta vez lo grité; el alarido me despertó. Intento esquivar al espejo pero me arden los pómulos y un brillo metálico, aposta láminas en los ojos. Juro que no me dejaré intimidar y menos por mí. Necesito ese dinero y el donante forzoso duerme a pierna suelta, absolutamente ajeno a la crispación que me embarga. El sábado amanece diluviando. Antes de salir guardo en el bolso interior de mi abrigo, un cuchillo elegido cuidadosamente por su filo y punta. Paso por encima de la mancha con especial interés en no pisarla.
Son las siete de la mañana, a pesar de la lluvia y el frío me sobra la ropa. Una agitación extrema devora hasta la última caloría. Las farolas permanecen encendidas y los coches circulan con lentitud, las luces puestas. A donde me dirijo sólo estuve una vez:- “Así que sin experiencia: ¿Tengo cara de querer tirar el dinero con alguien como UD?- Abrió el cajón y sacó un fajo de billetes –“Primero los tiro por la ventana, no me haga perder más tiempo y no regrese por aquí sin algo en las manos, más grande que su hambre”- Estaba a punto de hacerle caso. Trato de retratar en mi mente su cara. Tengo una imagen general: Sobre los sesenta, extremadamente obeso, fanático del orden, traje y perfume caros. Creo recordar unas narices enormes y una papada descomunal, pero la fotografía está incompleta. He de aclarar que, en muchas otras ocasiones, la idea de matar a alguien había visitado mi cabeza, pero casi siempre fue por motivos muy puntuales: Problemas de aparcamiento, interminables esperas. Eran sentimientos balanza, equilibran lo prosaico y nos lanzan al estrellato mientras recorremos la rutina. Asesinar está en la misma categoría que ganar en la lotería o ser el pianista de un concierto. Esto era distinto.
Podría ahorrarme la avenida en cuesta de los polígonos, si paso frente a su tienda, pero no quiero contaminar con mi olor de sayón, la pureza del entorno que la rodea. El almacén pide a gritos una mano de pintura, un urgente cambio del letrero: “Bacalaos El Barquero”. El camino es una mezcla de asfalto y barro salpicado por la viruela de los baches. Una luz lechosa se filtra a ras de suelo. Golpeo la puerta metálica. Un runrún ambiguo impregna el aire con el tufillo de las salazones. Al fin cede. Arremeto con fuerza y el hombre elefante cae de espaldas, sin defensa. “¡Croc!” -así habló su cabeza al impactar contra el suelo-. Intenta gritar pero apenas algo semejante a un gemido, le llega a los labios. Cierro, me arrodillo. Cinco minutos después abandono el tinglado perdiéndome entre las sombras. El cuchillo va a parar a una alcantarilla alejada de la escena. Compro el periódico donde siempre, a la misma hora de siempre. Me ducho y pongo a funcionar la lavadora.
El ruido del motor anuncia el fin del centrifugado. Saco los billetes y de diez en diez, abiertos en abanico, los cuelgo del tendal sujetándolos con pinzas. Ya no huelen a pescado.-“¿Cuánto habrá?”- No los cuento, me quedo con la intuición de –suficiente-. Ya nada me alejará de ella, aquella misma mañana, dentro de unas pocas horas, estaríamos juntos, seríamos juntos. Un imponente centauro mitad necesidad, mitad energía. Mi trabajo ya no me parece tan horrible, ni tan lejos. El área de mis fines de semana se amplía hasta el infinito. La casa es pequeña pero no para nosotros dos. Me espera. Saldrá conmigo de la tienda con la fe de un ciego en su lazarillo, dejándose llevar, abandonada a su suerte, su buena suerte. ¿Y sus caras? (impaciente palpo los billetes, aún están húmedos) –“¡Ah, he de fijarme en cada detalle, atesorar el instante! ¿Estará el tipo de las ropas caras? ¿Quiénes serán testigos del comienzo?”- Ya sé cómo acelerar el proceso del secado y además, potenciar el signo de respeto que quiero le llegue desde el primer momento. Los plancho uno a uno hasta que parecen nuevos, recién emitidos. Hay más de lo que pensaba, mucho más: -“Mejor, así podré pagar cuanto precise para sentirse única”- Me afeito, busco en el armario. –“¡Qué importante la primera impresión! Bueno,… Y la última. Sonrío, estoy pensando en el hombre foca, con su cuello dividido por un Moisés no oficial.
Como si adivinara el transcendental cambio que se avecina, está más hermosa que nunca, cualquier brillo la señala. Ni un solo cliente, acaban de abrir. Sabe a lo que vengo, me lo dice el corazón. Me acerco, le susurro todas las palabras que hasta hoy guardé, celosamente, en mi timidez. –“Yo me ocupo y así será para siempre, déjame hablar con el dueño”- Dos gotas de luz le resbalan hasta el suelo.
Ha dejado de llover, las calles espejean con los primeros rayos firmes del sol. La rodeo con el brazo mientras subimos a mi piso, nuestro piso. El sueño se está consumando. Me faltan las palabras:-“Eres mía, eres en mí, eres conmigo”- Nuestros pasados no existen, venimos de la nada, somos planetas que siempre estuvieron visibles el uno para el otro y hemos burlado la maldición de las órbitas. Estamos volcados en mostrar, con todo lujo de matices, lo que desde la distancia sólo era una cicatriz gris, un pequeño cráter. Quisiera poder medir su estremecimiento, pasear por cada rincón de su diseño, por su femenina estructura que me recibe franca. Descanso mi peso sobre ella, el instinto dirige los pulsos. Sé de la importancia de los preliminares: Contener la excitación, impregnar la piel del resbalo de la llovizna, suavizar lo que pronto será ardor, exterminio, “petite mort”. Busco sus zonas, aleteo sobre ellas y me detengo, en la geometría triangular que me confiere el rango más alto de ser hombre, un atleta. La rítmica del amor se activa, doscientas pulsaciones. Soy sudor que ella empapa, combustión espontánea, una acelerada molécula preñada de pretensión.
Reposo a su lado. La agradable sensación del cansancio me remite a su espacio. Pongo la radio a la hora de las noticias locales. No dicen nada del hombre grasa, parece ser que la noticia más importante del día, es que han aumentado mucho la venta de bicicletas estáticas; un horrible nombre comercial, yo la llamo: María.

Julio Obeso González

viernes, 1 de febrero de 2008

FÁBULA EN TRES TIEMPOS



Pensó en la felicidad
y dijo:
"Así todos los días"
pero era niño.
Para el dolor sin tiempo
escribió:
"Alba fatal ¡Anochece!"
pero era tarde.
En la cama, muy pálido
piensa:
"La eternidad no existe"
pero está muerto.

Julio Obeso González

REPARTO



Después que nace la victoria
y cualquier bandera
es la misma bandera
y los machos dominantes
son premiados con tierras/
en alguna esquina
alguien comienza a cavar
la zanja de la derrota.

Julio Obeso González
 

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