se revuelve y mira como buscando un insecto
de aguijón pronto o un animal del aire
está claro que sufre aunque la tarde luminosa
le ama
y quisiera calmar un tanto el zumbar del miedo
rueda entre espumarajos
rueda por la acera
rueda dentro de una concha espiral
que se parecía a la de un caracol furioso
también deja su estela
con qué mimo vuelve la tarde
a levantarle y a levantarle
“no hay nada que mirar ¡márchense!”
y se arrodilla con lúcidas palabras
por si la cordura regresara a los ojos
que sólo veían ángeles
u otros animales del aire
Julio Obeso González
0 comentarios:
Publicar un comentario