domingo, 25 de octubre de 2009

El río de los amigos





En El río de los amigos —título también de un poema de Gamoneda—, un conjunto de escritores y críticos celebra la trascendencia de la obra de Antonio Gamoneda, así como el renovador sustrato que ésta aporta al panorama de las letras hispanas contemporáneas. Rafael Saravia ha reunido a un grupo privilegiado de lectores de la obra del Premio Cervantes leonés, cuyas contribuciones despliegan un diálogo creativo y reflexivo entre las señales impresas en los libros de Gamoneda y la impronta recibida de ellas por estos autores y amigos, procedentes de distintas generaciones.
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El río de los amigos es un libro colmado de poesía y meditación, que no solo ayuda a entender mejor la obra de Gamoneda y a rastrear su huella en la literatura contemporánea, sino que constituye, además, un sincero homenaje al maestro y a su palabra plena de dignidad, conciencia y libertad.
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Rafael Saravia es poeta, editor y fotógrafo. Fundador del Club Cultural Leteo y Ediciones Leteo. Ha publicado los libros de poemas Pequeñas conversaciones de rojo (2001), Desprovisto de esencias (2008) y Pequeñas conversaciones (2009). Ha sido incluido en las antologías Novilunio (1998), Petit Comité (2003) y Antología del beso, poesía última española (2009). Colabora regularmente con diversas publicaciones nacionales e internacionales, tanto en papel como en red.

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Colaboran:

Gonzalo Rojas • Pablo de la Varga • Diego Jesús Jiménez • Antonio Colinas • Fanny Rubio • María Nieves Alonso • Jaime Siles • Eduardo Milán • Ildefonso Rodríguez • Miguel Casado • Ángel Luis Prieto de Paula • Antonio Marín Albalate • Alexandra Domínguez • Tomás Sánchez Santiago • Juan Carlos Mestre • José María Parreño • Lawrence Breysse-Chanet • Pilar Blanco • Amalia Iglesias • Jorge Riechmann • Marifé Santiago Bolaños • Eduardo Moga • Eloísa Otero • Niall Binns • Cecilia Quílez • Guadalupe Grande • Antonio Méndez Rubio • María Ángeles Pérez López • Jordi Doce • Viktor Gómez • Lourdes de Abajo • Luis Luna • Ignacio Escuín • Rafael Saravia •
VV.AA
El río de los amigos.
Escritura y diálogo en torno a Gamoneda

Colección: Poesía, 98
Madrid, 2009. 180 páginas
ISBN: 978-84-8359-181-9
16,00 euros (con IVA)

Os dejo aquí la aportación de Cecilia Quiléz



SANGRE DE TU SANGRE

El mundo es grande. Dentro de una casa
no cabrá nunca. El mundo es grande.
Dentro de una casa -el mundo es grande-
no es bueno que haya tanto sufrimiento
Antonio Gamoneda, Blues de la casa



Ser como el vidrio
en los márgenes del agua,
no el rocío al polvo
fugaz del nomeolvides.
Hay partículas suspendidas
en los límites del abandono,
corres sobre el mármol
en los dedos.
La mutilación de la sangre
como prueba de vida.

he de acudir al comienzo,
a la inutilidad de la mudanza
en las pupilas infantiles.
Jugamos en el dormitorio prohibido.
Una mortaja pagana
resiste un credo agónico.
Recibimos el éxodo
sin dibujos animados. Ponen el duelo
sobre nuestras cabezas pintadas.
También jugamos a acusarnos:
El premio es un silencio.

No hay canción de cuna que me despierte.
Tampoco lloro. No sé llorar aún.
Las penas ancestrales
abrigan huidas clandestinas.
Pies diminutos exploran y esquivan
pájaros brotados de la tierra.
Pájaros que nacen entre mis pies
y desparecen y vuelven
con los picos dilatados y grotescos.

Ya sólo quedan corazas aladas
en la devastación de la memoria,
muescas en el abecedario del vacío.
Tengo presa la lengua
y un tizne de alquitrán en el rencor.
Aprendo a leer y me callo
la palabra justa.

Lo primero que recuerdo
es haber hablado a una sombra.

Mi sombra.
Cecilia Quiléz 
El río de los amigos
(Ed. Calambur, 2009
VV.AA.)



viernes, 2 de octubre de 2009

Reto


.................................................................Ben Tolman

¿Puedes?
No, no es ésa la postura.
Sentado en el suelo
cógete las rodillas,
evita que rechinen los dientes,
domina el temblor y dibuja
esferas a punto de quebrarse
-como Moebius-
Lame el caparazón lentísimo
de la tortuga amada.
Siéntete gelatina,
cartílago recuperado al océano,
y calla
-no te insinúes al vacío-
Atragántate de risa
donde la encuentres,
en el hijo, en la muerte,
en la fotocopiadora:
¡Ríe, maldita sea!
Por las cortinas de humo,
porque nadie debe saberte:
Tú no debes saberte.
¿Puedes?
Estás solo.
Más solo cuanto más por piedad
su boca se incline.

Julio Obeso González
 

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