Su boca, menos de un tercio de esperanza,
fractura de añiles, fría, tetánica.
Todo esperaba de su muerte
salvo la sombra.
Bajo el fuego fatuo
nada se mueve, respira, silba:
Paz de los cadáveres ancianos.
La longeva pulcritud de las tumbas
es mérito
de la digna labor que el olvido
practica.
Julio Obeso González