sábado, 19 de enero de 2008

RETÓRICA



¿Cómo sería la luz sin su obra?
Una noche de celaje anverso
-potencialmente hábil para el sueño-
mantiene en vilo la sombra.
¿Cómo sería el dolor antes,
atrás, sin carne?
Tal vez el daño más intenso:
Un resplandor vacío.

Julio Obeso González

VOLUNTAD FINAL



En la presencia inequívoca del dolor
medra la extravagancia de la muerte.
Si fuera dulce –un orgasmo-
o el suicidio, un acto recurrente
de onanismo,
lo promiscuo sería desear
el frío cadáver del enemigo.
(Cómplices guiños entre los que firman
voto de castidad y viven)
Así mi sequía, compañeros.
Pensarme voluta, epicúreo,
mundano, regalado, sibarita,
respiración al limite y fulgor.
Buena vida os deseo.

Julio Obeso González

martes, 15 de enero de 2008

ULTIMAMENTE



Me resisto a pensar que soy un hombre viejo.
Ah, amigo mío: Qué lento ataúd.
Invento disparates, no sé:
“Mejor que nunca, aún bello, sexo activo,
pedernal”.
Las varillas que me vuelven severo
penetran huesos inviolables,
hablan asfalto
y comienzo los días -muy correcto-
en los pasos de cebra, en los diccionarios,
en los códigos, en las notarías,
en el oficio amanuense de los axiomas
largamente vendimiados.
Oscurecen mis ojos y las ropas
-ya casi cielo agorero-
premia la luz cualquier sorpresa,
y un día sin dolor se vuelve mandarina.
Cepillo la corteza que apuntala el aliento,
piso el aserrín del silbo.
Qué lento guarda mis cosas el olvido.

Julio Obeso González

TRILOGÍA DESALENTADA


Cada vez eres más transparente.
No me valen ya las manos.
Jamás luché con más motivos
ni me rendí con tanto esfuerzo.
Te guardo un rencor de ternura
-extraña adolescente amarga-
no cumplida.
Toso atragantado por recuerdos
que me engañan
(siempre supongo una segunda intención
y no debiera,
me han demostrado con creces
su larga inocencia)



¿Se puede y se debe morir de ignorancia?
Antes no éramos así.
Las tardes aplaudían nuestras sombras.
Algún amanecer ejemplificó su bostezo
citando aquellos guiños.
¿Cuánto hará que ocurre?
Sin tus manos no hay viaje.



Ridiculizas mi piel
-ni te enteras-,
volteas el guante
y queda
a flor de miseria,
cuanto fue intento.
Un "nunca"
que abra mi carne
y cierre el deseo.
No te buscaré
en otras,
aunque encuentre
algo semejante
a tus labios
o un rastro de senos.

Julio Obeso González

sábado, 5 de enero de 2008

ROSSIO



De cada estación con trenes
y mujeres, guardo recuerdos.
Ella era joven, mantenía un secreto
por el asa.
Lo cuenta cuando Lisboa se ablanda
como su resistencia en mi sueño:
“Traicioné”
El escándalo nunca me lanzaba
destellos o vergüenza.
-¿Sabes que esta ciudad mima
su pasado,
que amanece en brazos
de colinas?-
Asiente, pero es mentira,
nada más remoto la envuelve.

Julio Obeso

MÍMESIS




Es imposible un hombre sin paisaje.
Somos lo que quieren
desiertos, árboles, aceras,
trenes, plazas, caminos.
Un hombre sin escenario
sería Dios,
así de infrecuente, torpe
y carismático.

Julio Obeso

DESDE ESA CUNA




Nació con dedos perfectos
y signos impares.
Ya sabe arder cuando llora
o tragar sables
sin tetina.
Tiene un antojo
como de sangre escalfada,
le negaron amor
los cuernos de la suerte.
Con fecha de hoy ingresa
en el orfanato del olvido.
Bastarda y sola.
 

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