En la presencia inequívoca del dolor
medra la extravagancia de la muerte.
Si fuera dulce –un orgasmo-
o el suicidio, un acto recurrente
de onanismo,
lo promiscuo sería desear
el frío cadáver del enemigo.
(Cómplices guiños entre los que firman
voto de castidad y viven)
Así mi sequía, compañeros.
Pensarme voluta, epicúreo,
mundano, regalado, sibarita,
respiración al limite y fulgor.
Buena vida os deseo.
Julio Obeso González