sábado, 1 de marzo de 2008

-XXIV-



Cuanto sabemos de las panteras podría caber en un párpado; sin embargo ellas son milenarias. Llevan la locura en su aliento, se ocultan en la izquierda de las selvas. No son visibles si viajas. Están en tu cuarto, cenan en nuestras casas y escriben perfectamente a máquina. A veces cuando las sombras más densas patrullan el alma, se escuchan sus bronquios húmedos. Son colmillos en la yugular de la esperanza.
Y sí, son noche, pero noche interpretada por saxos acostumbrados, a mujeres de voz rasgada. Si las tienes, lo sabes, dejan huellas.

Julio Obeso González

2 comentarios:

penelope tacones dijo...

Me enacanta este felino poema,
araña, rasga, uf, qué miedo da.
Cuando el poema gira en torno
a un ser tan fuerte y bello
como la pantera, poema tuyo,
además, te persiguen sus ojos.

Julio Obeso González dijo...

Mi querida, latente, perversa, PENÉLOPE:
Unir en un solo nombre dos llamadas a la sugestión debería estar penado. ¡Ay, miedo me da no saber comportarme! Me ataré las dos manos a la espalda y coseré los labios con hilos (bueno eso o ya veré cómo despisto a "el viento" para poder abrazarte y besarte agusto)
¡Que nerviosssss!
Besos.
(El nuevo blog...Impagable, impecable, imperecedero, imperdonable, implacable... Comentamos)

 

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