domingo, 13 de abril de 2008

De cómo la apariencia casi nunca nos salva



De cómo la apariencia casi nunca nos salva
o empeora la fiebre hasta el desmayo
el desjunio................el deshielo de sombras empeñadas
en conocer secretos de los domadores
que hacen bailar serpientes y regresan solas al mimbre
sin haber cumplido su amenaza
porque apunta a la sien de la verdad
o cuelga la inquietud de Damocles sobre las cunas
de ahí el miedo en los hijos
la razón de tantas almas metálicas
y otros corazones que no duermen

.......................................................................
es cierto que sus pájaros invencibles nos acosan en las grietas
y acorralan la tristeza entre el espejo y la magia
en esa esquina que toda alma o baúl tienen
donde nos retiramos para ser equilibristas
pasear a la altura de la belleza
de la paz que unta con misericordia
los terribles defectos del andamio

Julio Obeso González

3 comentarios:

penelope tacones dijo...

No. Casi nunca nos salva.
Ufff... cuánto hay quererte
cuánto leerte para adentrarse
en tu fantástico mundo.

Quizá los actores lo consiguen
pero no en la vida real.

Sergio dijo...

Muy grande Julio, es un placer el compartirte.
Un abrazo y Salud

Víktor Gómez Valentinos dijo...

En apariencia un buho rojo no es un llavero, ni un libro azul una pecera, pero con peces rojos si uno puede colgar las llaves de un reino que si es de este mundo aunque nos parezca a veces matrixiano. En realidad no hay poema, solo un soplar entre hojas desvencijadas, entre puertas cadudas que ya no abren sino el imposible lugar del canto.

¿hay pájaros? ¿ni tan siquiera nubes? Y ese claror, ¿qué espera?

No es el miedo, es la culpa. Precioso barrizal, largo e imprevisible, en el que uno no avanza sin hundirse hasta el cuello.
Neobarroso, decía el poeta. Y yo, mirando por la ventana seguía como seguía un zagal las curvas perfectas de abril a mediodía.

Tu Viktor

 

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