sábado, 1 de agosto de 2009

Imposible


amé a una mujer
que dormía en La Toscana
nos fugamos en tren
tenía unas rodillas preciosas
y otras articulaciones
que temblaban en pantalla
al sonar la música
(podría dibujaros su risa)
jamás me consideró una alternativa
nunca mintió sobre eso
era yo con mis fantasías
de lunas cuadradas
el que garabateaba en los portales
"lo nuestro"
llegué a quererla
hasta que el dolor me hizo
invisible o cobarde
abrí el olvido con más daño
la sigo a la distancia
en que se mide a las gacelas
y ella siempre regresa
cuando el otoño o las postales
aderezan con ocre
los campos de Italia

Julio

3 comentarios:

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Poema o Toscana o mujer:

todo es el viaje del desolado
el viraje del amante, la curiosidad
del naufrago, la verdad de una lentitud incendiada, una caligrafia
en el pulso y en la página
originaria del mundo, depositaria
de las inocencias, proscrita escritura
masturbadora, más turbadora deseo
y posibilidad en el abismo, por
la cornisa del abismo, en la cresta
de un fondo oscuro y sin retorno

... frente a las campiñas de uvas moradas, corre un riachuelo que silabea una suficiente libertad.

Tu Víktor

gaia56 dijo...

¿Alguna vez te leído otro poema sobre una mujer de Toscana?
A todos nos pasa de vez en cuando... "llegué a quererla
hasta que el dolor me hizo
invisible o cobarde".
Es el trajín del camino nos despista...
Un beso.

Anónimo dijo...

Y ella siempre regresa...

Precioso Julio, haces recordarle a uno, por encima de las Toscanas, sus propias fantasias incontenidas que lo llevaron, una o más veces, a quedarse con ese sabor dulce y escaso de las historias apostadas entre un viaje de ida y vuelta.

 

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