
La pena ama
el ronroneo:
¿Quién cuidará
ahora de mis dedos
acostumbrados?
Fue capaz
de mirar espíritus
con vídrios centesimales
y dormir.
Dejó francas las
puertas
que sólo se abren
con el lomo
y un hondo araño
en el felpudo.
No serán las mismas
lentejas
sin su secreto,
ni gozne la
ventana prohibida.
Sé que volverá
porque aún
no ha tocado
la arena nueva:
¡Si la conoceré!
Julio Obeso
1 comentarios:
Em sap greu, mai es borrará de la teva memória.
Publicar un comentario