sábado, 21 de marzo de 2009

Adelgazar a un hombre



Las dos mitades de un hombre
qué espacios ocupan:
¿Uno alto en los cielos
y otro en la tierra,
siempre debajo de la tierra?
Cuánto más puede partirse:
¿En cuartos, en onzas,
en micras sólo patentes
a escala atómica?
¿Un doceavo de hombre
tendrá sueños enteros,
amará totalmente,
precisará dos metros cúbicos
de aire cada día?
Y al fin, rebajado a lo esencial,
cuando sea un hombre indivisible,
un concentrado único con trazas
de silencio, amor, lágrimas, ternura,
golpe, viaje, valentía, costumbre,
odio, consciencia, comprensión,
piel encendida;
al mirarse al espejo:
¿Se reconocerá sin lo que le sobra?
Julio Obeso González

2 comentarios:

E. Martí dijo...

A un hombre no le sobra ni la sombra: mezcla de placer y miedo, llanto y carantoñas matutinas; vigilia y sueño....... Y a tu poema no le hace falta nada. Tiene dueño. Y su dueño es nuestro Julius que lo tiene todo para ser lo que es.
Besos

Víktor Gómez Valentinos dijo...

¡Cómo disfruto en las lecturas
cuándo me llegan o me llagan
por la simetría de sus posibilidades!

Estos tus últimos poemas
aún me gustan más.

Un abrazo grande, Julius.

 

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