El buitre se espanta por el ruido de la cámara, sin llegar a perder de vista a la presa que madura rápidamente.
El animal está sin fuerza, con su mano de animal intenta un gesto pero no puede.
El fotógrafo piensa en el hallazgo como un golpe de fortuna.
El buitre también.
El animal no sabe distinguir esos signos, porque nunca tuvo. Espera del día una sombra amable.
El reportero está calculando la luz.
El buitre se la sabe de memoria. Los ciclos abren un surco en la presencia, un gen que se porta.
-“Si abriera un poco las alas…”-
-“Si abro un poco las alas…”-
-“Si abre las alas, vendrá”-
El animal aún respira. Su madre está veinte pasos más allá, a los mismos que el fotógrafo; a veinte saltos el buitre.
La escena dura lo suficiente como para que se cree una relación entre ellos. Un triángulo de afinidades.
La tierra suda, pero no interpreta un papel relevante.
El aire está de paso.
El animal está quieto por el hambre, sin solución, inmóvil. El buitre tiene hambre y quiere tomar medidas, se balancea. El fotógrafo siente vacío, busca un ángulo: “Si abriera las alas”.
Los tres en el mismo plano. Dos juegan sus bazas.
La foto será premiada.
El fotógrafo busca un paraje conocido. Se suicida.
El buitre muere dos años después.
Puede que el animal les regalase ese tiempo.
El animal está sin fuerza, con su mano de animal intenta un gesto pero no puede.
El fotógrafo piensa en el hallazgo como un golpe de fortuna.
El buitre también.
El animal no sabe distinguir esos signos, porque nunca tuvo. Espera del día una sombra amable.
El reportero está calculando la luz.
El buitre se la sabe de memoria. Los ciclos abren un surco en la presencia, un gen que se porta.
-“Si abriera un poco las alas…”-
-“Si abro un poco las alas…”-
-“Si abre las alas, vendrá”-
El animal aún respira. Su madre está veinte pasos más allá, a los mismos que el fotógrafo; a veinte saltos el buitre.
La escena dura lo suficiente como para que se cree una relación entre ellos. Un triángulo de afinidades.
La tierra suda, pero no interpreta un papel relevante.
El aire está de paso.
El animal está quieto por el hambre, sin solución, inmóvil. El buitre tiene hambre y quiere tomar medidas, se balancea. El fotógrafo siente vacío, busca un ángulo: “Si abriera las alas”.
Los tres en el mismo plano. Dos juegan sus bazas.
La foto será premiada.
El fotógrafo busca un paraje conocido. Se suicida.
El buitre muere dos años después.
Puede que el animal les regalase ese tiempo.
8 comentarios:
Es una niña de los tantos que mueren a diario en Africa.
Es el producto de la indiferencia,
el tributo, la crueldad del mundo civilizado.
Tu poema es indescriptible Julio,
te deja casi sin una palabra,
con un estupor hiriente.
Hay muchas fotos terribles, un albúm nutrido de la desgracia,
un gran catálogo de horrores que ojalá sirva para reducir sus páginas grotescas.
La foto por sí misma ya es impresionante.
Magnífica la descripción de la miseria y los intereses de los humanos y en medio ese "ser" indefenso ante todo y todos. Alma de papel que se vuela.
Encontré tu blog por Mº Jesús Y Esme y me gusta mucho.
Saludos Candi
Sí Julio, esto no es una foto, Son una niña y dos buitres. Tu descripción es magnífica.
Que una imagen vale más que mil palabras, es el dicho. En este caso nos presenta la crudísima realidad del hambre en el mundo. Pero la palabra expresada como lo hace Julio, nos ayuda a remover esos sentimientos en lo más produndo de nuestro ser, y a tomar conciencia y preguntarnos ¿Qué puedo hacer yo para colaborar en que cambie esta situación? ¿Cuando,donde, cuanto, podemos pedir a los que ostentan el poder? ¿Cómo me doy cuenta de las miserias humanas más próximas? ¿Quién lo hará si yo no me pongo manos a la obra? ¿Por qué de esta situación tan extrema?
Mucha gracias Julio. Es el problema número uno que tenemos en el paneta tierra. A pesar de la crisis, del paro, de la inmigración, de nuestra muchas deficiencias... NO TENEMOS NINGUN DERECHO A QUEJARNOS.
Desde hoy te cuento en el círculo de mis amigos.
Escalofriante. Nos deja atónitos, muertos de miedo y de vergüenza. Siento vergüenza ante situaciones como ésta.
No viene mal que alguien nos recuerde la injusticia descabellada de los hombres, de los mundos, en estos tiempos....
Sobran las palabras. La imagen y tu relato lo dicen todo.
Uffffff!!
Entre las credenciales,
una gota seca de sangre
que oculta la letra del
deshauciado...
Un abrasso
Víktor
JODER, QUE ASCO DE VIDA, AUNQUE CREO QUE ESA FOTO LA PODEMOS MULTIPLICAR POR MIL MUCHAS VECES, EN ÁFRICA, AMERICA ,INCLUSO EN BARRIOS DE NUESTRO ENTORNO, LO DICHO, ASCO DE VIDA.
“… Si abriera las alas”
Debí haber comentado cuando lo pude hacer. Y ya no es igual el concepto que, a partir de ésta lectura podamos seguir teniendo, al menos personalmente. El tiempo de la fotografía, el mío también, transita escenarios que nos son devueltos a modo de tribuna, a modo de nuestro propio inventario.
Al menos para tener en cuenta que es otra realidad la que nos escoge
Un abrazo
Miguel
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