
Algunas cartas son idiotas,
redundantes con la certeza
y esclavas de las despedidas.
Tómbolas son donde se rifan
peluches sin futuro
con porcentajes miserables,
bicicletas azules pinzadas
que cuelgan en los tendales
de las palabras.
Son estériles, tan yermas,
tan vírgenes, tan huecas
que sólo la derrota aplaude
si llega a leer la firma.
Julio Obeso
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